Una de las mejores terapias que existen para hacer frente a
periodos de alto impacto emocional suele ser el escribir los pensamientos
debido a que permite a nuestro cerebro estructurar mejor las ideas. Por lo que
este tiempo de confinamiento está permitiendo tener momentos de reflexión para
escribir y ordenar ideas y, si lo sabemos aprovechar, puede ser un tiempo para enfocar
si queremos seguir viviendo de la misma forma tras el coronavirus, o si por el
contrario queremos realizar ciertos ajustes en nuestras vidas.
En momentos de incertidumbre como los que estamos viviendo
es recomendable volver a los clásicos para tomar perspectiva, recordar
lecciones vividas por otros en situaciones similares que nos sirvan para
desarrollar estrategias y superar crisis como esta. Hace más de 2000 años,
Aristóteles escribió en su obra “Ética” cómo se formaba el Ethos (carácter) y
las virtudes necesarias para forjarlo: la prudencia, la justicia, la fortaleza
y la templanza.
No hay que olvidar que la fortaleza hay que cultivarla, y
es en tiempos de crisis donde se demuestra si el carácter está bien cimentado.
En estos momentos donde existe un bombardeo constante de información y que
cambia cada día, donde la preocupación de lo que vendrá, de si recuperaremos la
normalidad o será un nuevo escenario totalmente diferente y donde, además, nos
encontramos confinados en nuestras casas; es momento de volver a recordar
otra de las virtudes que nos habla Aristóteles, la templanza.
Somos conscientes de que la nueva normalidad ya ha llegado,
a pesar de que todavía no tengamos definidos más que algunos escenarios para ir
regresando a nuestra nueva vida. Por ello, es importante que seamos conscientes
de que la templanza nos ha de servir para forjar un nuevo carácter que nos
permita hacer frente a las adversidades que vendrán con el objetivo de
reinventarnos.
En estos tiempos de incertidumbre, es necesario encontrar
referentes, líderes que nos permitan vislumbrar ciertos caminos que nos
gustaría andar para realizar nuestro propósito o, por qué no, convertirnos nosotros
en referentes para otras personas. Si es la última opción la que deseamos
recorrer, hay que tener presente que ser líder, te obliga a tener que
reinventarte constantemente para no perder esa condición y demostrar la
capacidad de resiliencia, de reinvención.
Al final, mi conclusión de introspección personal que me están
permitiendo estas semanas es que, para disfrutar de una vida plena, incluso en momentos
como los actuales, hay que recordar en todo momento qué es lo que nos hace
felices y nos da un chute de energía cada mañana. Todos nosotros sabemos en lo
más profundo dónde necesitamos estar, qué debemos hacer y por lo tanto hay
que escuchar más a nuestro corazón que a nuestra mente. El instinto sabe
mucho más que el intelecto y la intuición es más lista que la razón.
Por lo tanto, la ecuación personal de cada uno debe llevar mucha intuición
para escucharnos, templanza para serenarnos en momentos de crisis, carácter
para tomar las mejores decisiones, fortaleza para recorrer el camino
y no olvidar que hay gente alrededor dispuesta
ayudarnos y otros a los que tendremos que ayudar.